Actualmente los maestros de matemáticas nos enfrentamos con alumnos apáticos, desinteresados
en el aprendizaje de la asignatura, los especialistas dicen que esto se debe a las prácticas de enseñanza basadas en la mecanización y memorización de procedimientos para la resolución de
problemas que no se relacionan con el entorno en que los adolescentes se desenvuelven y que muchas de las veces aprenden a resolver problemas, pero cuando se les presentan en su vida diaria no
saben cómo aplicar lo aprendido.
Sabemos que la sociedad actual y más nuestros alumnos tienen a la mano tecnología muy diversa como Ipods, celulares, videojuegos, Internet, computadora y que por medio de estas herramientas las
utilizan como un medio de comunicación muy de moda.
Se dice que tenemos escuelas del siglo XIX, maestros del siglo XX y alumnos del siglo XXI.
Los maestros de matemáticas históricamente cada ciclo escolar iniciamos con un
handicap en contra; ya que la mayoría de los alumnos asiste con la idea de que será muy difícil aprender y hacer matemáticas.
Tenemos el reto de cambiar este pensamiento y convencerlos, en base de actividades interesantes de que la asignatura será tan fácil como los estudiantes se lo
propongan.
Indudablemente la motivación es un punto importante a tomar en cuenta, los maestros que contamos en nuestras escuelas con los laboratorios de matemáticas y de ciencias,
verificamos que el cambio de actitud de los estudiantes se está dando, despertando el interés y la curiosidad por las matemáticas y que todo lo anterior se reflejará en el aprovechamiento escolar
de una forma positiva.
¿Qué vino primero?
El miedo a las matemáticas o que se les metiera miedo a los niños en las
matemáticas?
Nunca he conocido a ningún niño de 6 años o menos que no le guste las matemáticas,
mas sin embargo, algo pasa en el segundo grado y para el 4º grado se convierten en el “cuco”. Cuantas veces no he escuchado a padres decir “yo no soy bueno en las matemáticas, que te explique tu
tío” o a maestros decir “si creen que esto es difícil esperen a que lleguen al 8º grado!”.
Muchos de nosotros, padres, pensamos que lo único que importa es la aritmética, pues le tenemos miedo a lo otro y pensamos que a menos que el niño tenga la oportunidad
de una carrera en ingeniería, las matemáticas no son importantes. Porque ignoramos que la capacidad de pensar críticamente se aprende primordialmente a través de las matemáticas y ciencias. La
importancia de las matemáticas no es solo el poder resolver ecuaciones o memorizar formulas, sino en desarrollar en los estudiantes esas herramientas que les dará la oportunidad de contribuir a
la sociedad, sin importar de su clase social. Esas herramientas--el pensamiento critico, la capacidad de resolver problemas complejos, la curiosidad y la sed de aprender continuamente--es lo que
define la participación y el éxito en la fuerza laboral del siglo XXI. Si los estudiantes no entienden esto, como podrán ser los innovadores del mañana?
Las actividades de matemáticas deben ser significativas que motiven al estudiante y les alienten a seguir adelante. El “cuco” de las matemáticas no existe, solo existe
el miedo a lo desconocido en un mundo que cambia cada día más rápido. Y creo que es parte de nuestro trabajo que nuestros estudiantes entiendan que este conocimiento da mucho más poder; que el de
sacar una buena calificación en la escuela.